Me equivocaría otra vez



Ha sido divertido me equivocaría otra vez... Dice una canción de un tal Fito & Fitipaldis.

Pues si, hoy quiero hablaros de las equivocaciones, de las derrotas, de los fracasos, de los errores, de las carencias, de las incoherencias, en definitiva del oficio de ser humano.

Parece que todos somos estupendos, super comprensivos, siempre de buen humor, parece que también somos muy humildes y además solidarios, son los demás los que se portan mal, son el resto el que siempre falla, nadie ayuda, son los otros los que nunca colaboran, los que nunca están dispuestos, los que no se mueven, porque nosotros somos la pera limonera vaya.

Hoy quiero hacer un ejercicio de reflexión con vosotros. Hoy quiero contaros que yo he mentido algunas veces, si, oooh y también he llegado tarde a algunas citas, y me he cabreado muchas veces, y a veces pierdo los nervios con facilidad, otras muchas podría haber ayudado a otras personas más de lo que he hecho y me han entrado ganas de reir en un momento en el que todos estaban serios.

Cuando estaba en el cole no era la líder guapa, rubia y de ojos azules, de todo 10 en los exámenes, buena en los deportes, con todos los niños locos por sus huesos y de conducta (supuestamente impecable e inmaculada), a la que todas las niñas seguían.
 Ese no era mi papel, de hecho era su mejor amiga, yo no copiaba ni imitaba sus modelitos, frases, gustos, etc. Recuerdo perfectamente como en un campamento con 10 años una de las noches fuimos a por "gamusinos", a esta niña le tocó, ya sabéis, ir con los ojos vendados, una mochila y el resto cargando piedras a sus espaldas, mientras ella muy asustada se agarraba de mi brazo, todos reían, no hice gran cosa, sólo estar ahí. Después recibí el diploma a la mejor compañera y 20 años después recuerdo a pies juntillas ese papelito.
  Con unos 13 años dejamos de ser amigas, buscaba mi propia personalidad, no la de todas detrás de una, era una mini diosa, o estabas con ella o no estabas con ninguna, después la historia se ha ido repitiendo, no igual, pero con fondos similares.

¿Que quiero decir con todo esto?

Que podemos ser buenos, muy buenos, en una, cinco, o quince cosas, pero no podemos ser los mejores en todo, de hecho, si se mira desde el punto de vista evolucionista o del aprendizaje nunca seremos los mejores de algo, porque siempre se podrá mejorar, modificar, rectificar o cambiar algo para su desarrollo y evolución. Lo que pasa es que nos gusta, queramos admitir o no, tener la razón de todo, tener controlado nuestro entorno más cercano, y por que no, valga redundancia, nos gusta gustar y además nos gusta rodearnos de personas afines. Pero también hay personas que amamos las diferencias, si, a veces, esas mismas nos ponen muy nerviosos, nos sentimos ofendidos, incluso podemos creer que nos están juzgando tan solo por el hecho de pensar diferente. Yo me pregunto si esto sucede por nuestros miedos internos, por querer trasladar una sensación o una actitud de seguridad ante un tema, conversación, debate y sentirnos débiles, como si el hecho de reconocer nuestros errores o simplemente admitir que otro punto de vista es posible nos haga más frágiles. Esto está muy extendido en la cultura de mi país, cualquiera puede recordar un caso conocido o le ha pasado en más de una ocasión.

Yo me pregunto ¿no seremos más fuertes admitiendo que otra verdad es posible? y me gustaría ir más lejos, y si no solo lo admitimos, sino que además tratamos de ponernos en el lugar de la otra persona, pero no desde nuestra perspectiva y con nuestros errores de pensamiento y distorsiones cognitivas, sino dando un paso más, ¿por qué no trato de sentir lo que la otra persona me está diciendo? y ¿cómo puedo hacer esto?
 Si en lugar de mirarnos nosotros una y otra vez, "lo que yo digo", "lo que yo pienso", "lo que yo siento", "lo que a mi me duele" etc.,  somos capaces de pensar con la historia de la otra persona, con lo que ha vivido, con lo que está sintiendo en este momento y con la confianza de que sus palabras son la expresión final de lo que nos intenta transmitir, entonces y sólo entonces podremos llegar al entendimiento, podremos llegar a amarnos sin necesidad de ser iguales, porque tus diferencias y las mías harán que seamos fuertes, con ellas podremos construir lo que nos de la gana por qué no hará falta igualarse para admitir que nos entendemos y que podemos llegar a un acuerdo y además encontrar un punto medio y si vamos más allá nuestras diferencias nos enriquecen social e intelectualmente  y nos hacen mejores personas.

Os dejo esta frase de Jorge Bucay para finalizar:

"Enamorarse es amar las coincidencias, amar es enamorarse de las diferencias". 

#FelicesSueños 




Comentarios

  1. Tengo un libro que releo muy a menudo, que se titula: “PIENSES LO QUE PIENSES PIENSA LO CONTRARIO”, escrito por Paul Arden. Empieza así: “EMPECEMOS CON BUEN PIE TOMANDO UNAS CUANTAS MALAS DECISIONES”. Según esto parece ser que, equivocarse, cometer errores, no es tan malo como pudiera parecernos. Hay errores que es mejor no cometer nunca, eso está claro; sin embargo, otros pueden enseñarnos mucho. La mayor parte de nuestra experiencia viene de los errores que hemos cometido.
    En su libro titulado “Ahora YO”, el Dr. Mario Alonso Puig nos cuenta una anécdota muy bonita: cuando el Dr. Cosgrove, uno de los mejores cirujanos cardíacos que existen en el mundo, estaba haciendo su especialidad, los médicos que le enseñaban no veían en él a alguien especialmente brillante, incluso consideraron que nunca llegaría a tener cierto prestigio.
    En una entrevista que le hicieron le preguntaron por qué sus mentores se equivocaron al juzgarlo así. La contestación que dio el Dr. Cosgrove fue sorprendente:
    –Ellos no sabían la manera en la que yo me relaciono con el error.
    Sorprendido por la contestación, el periodista le pidió que aclarara lo que acababa de decir.
    –Mire –contestó Cosgrove–, cuando se produce un error, cuando aparece el fracaso, se genera mucho dolor en uno mismo y en los demás. Para evitar ese dolor, es muy frecuente dejarse llevar por la tendencia a ignorar el error, ocultar el error o culpar a alguien, sea uno mismo o sean otros. Así nunca se aprende. El error tiene mucho que enseñarnos si dejamos que nos enseñe. Para ello, hay que resistir el dolor y acercase a explorar lo que ha ocurrido para aprender qué hay que hacer en adelante.
    Entonces el periodista le dijo:
    –Sí, Dr. Cosgrove, pero habrá alguna manera de no cometer ningún tipo de error.
    La contestación de Dr. Cosgrove fue directa y tajante:
    –Sí que la hay, pero quiero que conozca usted el precio que creo que va a tener que pagar para no cometer nunca ningún error. El precio va a ser no decir nada, no hacer nada y no ser nada.

    Creo que está bastante claro, ¿no?

    Saludos cordiales.
    Fdo.: MCR

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